domingo, 28 de septiembre de 2008

La Orden de Toledo

Toledo tiene un indudable halo de misterio, de lugar especial donde pueden suceder cosas inesperadas, de espacio revelador de otras realidades y de ventana abierta a la imaginación. Hubo a principios del siglo XX un grupo de amigos muy especial que supo captar esta realidad paralela de la ciudad para dejarse llevar, evadirse, soñar, crear, divertirse, aprender y, sobre todo, disfrutar. Este grupo de jóvenes por aquel entonces desconocidos, formaba parte de la que denominaron Orden de Toledo, cuyos preceptos básicos eran:

Vagar durante toda una noche por Toledo, borracho y en completa soledad.
No lavarse durante la estancia.
Acudir a la ciudad una vez al año.
Amar a Toledo por encima de todas las cosas.
Velar el sepulcro del Cardenal Tavera.


Casi todos ellos se conocían por su vinculación con la Residencia de Estudiantes, centro ligado a la Institución Libre de Enseñanza, impulsada por Giner de los Ríos con una perspectiva marcadamente krausista, que fue clave en la modernización de la educación española. La Orden fue fundada ni más ni menos que por un jovencísimo Luis Buñuel del modo que años más tarde relataría: Me paseo por el claustro gótico de la catedral, completamente borracho, cuando, de pronto, oigo cantar miles de pájaros y algo me dice que debo entrar inmediatamente en Los Carmelitas, no para hacerme fraile, sino para robar la caja del convento. Me voy al convento, el portero me abre la puerta y viene un fraile. Le hablo de mi súbito y ferviente deseo de hacerme carmelita. Él, que sin duda ha notado el olor a vino, me acompaña a la puerta. Al día siguiente tomé la decisión de fundar la "Orden de Toledo". Ello sucedió el día de San José de 1923 (13 días después de la visita a la ciudad de Albert Einstein) y Buñuel se nombró condestable de la Orden.
Lista de miembros de la Orden de Toledo mecanografiada por Buñuel.  Archivo Buñuel, Filmoteca Española.
El secretario era Pepín Bello. En un segundo orden jerárquico se encontraban los fundadores de entre los que destacan Federico García Lorca y su hermano Paquito, Pedro Garfias, Augusto Casteno, José Uzelay y Ernestina González. Luego venían los caballeros, entre los que figuraban Salvador Dalí, Rafael Alberti, Antonio Solalinde, Hernando Viñes, Lulu Viñes, Ricardo Urgoiti, María Teresa León, René Crével, Pierre Unik, José María Hinojosa y Jeanne, la esposa de Buñuel. Por debajo de estos se encontraban los escuderos con Georges Sadoul, Roger Désormières y su esposa Colette, Elie Lotar, Aliette Legendre, Manuel A. Ortiz y Ana María Custodio. Más abajo estaban los invitados de los escuderos cuyo jefe era Moreno Villa y, por último, estaban los invitados de los invitados de los escuderos, con Juan Vicens y Marcelino Pascua a la cabeza.
Miembros de la Orden de Toledo por años, manuscrito de Luis Buñuel. Filmoteca Española.
Estamos por tanto ante lo mejor de la generación del 27 con Toledo como fuente de inspiración y lugar de reunión. El rango alcanzado en la Orden dependía del grado de cumplimiento de las reglas, básicamente resumidas según Buñuel en ir a Toledo con la mayor frecuencia posible y ponerse en disposición de vivir las más inolvidables experiencias.
Pepín Bello, José Moreno Villa, Luis Buñuel, Juan Vicens, María Luisa González, Salvador Dalí y José María Hinojosa en Toledo (Venta de Aires) en 1924
Salvador Dalí, María Luisa González, Luis Buñuel, Juan Vicens, José María Hinojosa y José Moreno Villa en Toledo (Venta de Aires) en 1924.
Pepín Bello, José Moreno Villa, María Luisa González, Luis Buñuel, Salvador Dalí y José María Hinojosa en Toledo (Venta de Aires) en 1924
Pepin Bello con Lorca en Toledo
Pepín Bello, José Moreno Villa, María Luisa González, Luis Buñuel, Salvador Dalí y José María Hinojosa en Toledo (Venta de Aires) en 1924
Miembros de la Orden de Toledo en el restaurante Venta de Aires de Toledo Los miembros de la Orden de Toledo, Hernando Viñes, Lulú Jourdain, Pepín Bello y Luis Buñuel en el restaurante Venta de Aires de Toledo en 1936
Se alojaban por lo general en la famosa Posada de la Sangre, cuyo grado de higiene determinaba la regla de no lavarse: Burros en el corral, carreteros, sábanas sucias y estudiantes. Por supuesto nada de agua corriente, lo cual no tenía más que una importancia relativa ya que los miembros de la Orden tenían prohibido lavarse durante su permanencia en la Ciudad Santa.
Posada  de la Sangre. Foto Rodriguez

Comían en tascas, siendo su predilecta la Venta de Aires donde siempre pedían tortilla a caballo (con carne de cerdo), perdiz y vino blanco de Yepes. En este lugar interpretaron por primera vez juntos Don Juan Tenorio.
Venta de Aires (Toledo)
La Orden de Toledo representa Don Juan Tenorio
Venta de Aires (Toledo) a principios del siglo XX

Tras comer era obligado parar a ver la tumba del Cardenal Tavera, con unos minutos de recogimiento delante de la estatua yacente del cardenal muerto, en alabastro, de mejillas pálidas y hundidas, captado por el escultor una o dos horas antes antes de que empezara la putrefacción. En la película Tristana, Buñuel hizo un homenaje a esta costumbre y un guiño a sus amigos en la famosa escena de Catherine Deneuve.
'Catherine
'Antiguo
'Antiguo
Cardenal Tavera, máscara mortuoria empleada para su sepulcro por Berruguete
'Antiguo

Tambíén hizo un tributo a esta costumbre en "La Vía Láctea".
La vía láctea (fotograma) de Luis Buñuel

Luego subían a la ciudad histórica para perdernos en el laberinto de sus calles. Vivían intensamente sus días en la ciudad: A menudo, en un estado rayano en el delirio, fomentado por el alcohol, besábamos el suelo, subíamos al campanario de la catedral y escuchábamos en plena noche los cantos de las monjas y los frailes a través de los muros del Convento de Santo Domingo. Nos paseábamos por las calles leyendo en alta voz poesías que resonaban en las paredes de la antigua capital de España, ciudad ibérica, romana, visigótica, judía y cristiana (Luis Buñuel).
Luis Buñuel, Hernando Viñes y su mujer Lulú Jourdan en el campanario de la torre de la Catedral de Toledo el 10 de mayo de 1936
Luis Buñuel en la campana gorda de la torre de la Catedral de Toledo el 10 de mayo de 1936 Luis Buñuel y otros miembros de la Orden de Toledo en el claustro alto de la Catedral de Toledo el 10 de mayo de 1936 Luis Buñuel en el campanario de la Torre de la Catedral de Toledo (10 de mayo de 1936)

Como prueba de que el cumplimiento del precepto de vagar borracho en soledad al menos una noche era importante para ellos, os contaré una anécdota que siempre cuenta mi madre. Una mañana de aquellos años 20 pasaba por Zocodover mi abuelo Eduardo con unos amigos, entre ellos el señor Torres, el de la famosa imprenta que lleva su apellido. Vieron entonces cómo unos chiquillos se burlaban de un joven tumbado semiinconsciente en uno de los bancos de la plaza, insultándolo y zarandeándolo. Mi abuelo y sus amigos se acercaron a ver qué pasaba. Mi abuelo, que era bastante culto y leído pese a su juventud, reconoció al joven tumbado. Era Federico García Lorca, completamente borracho. Decidieron llevarlo a la casa de socorro, en la bajada del Barco, alarmados por su estado. Lo lograron con mucho trabajo, pues el poeta no paraba de repetir que tenía que estar solo y que estaba haciendo lo que tenía que hacer... sin que mi abuelo y sus amigos supieran a qué se refería. Muchas décadas después, esa anécdota fue una de las razones por las que comencé a indagar sobre sus andanzas con la Orden de Toledo, y cuando le comenté a mi madre el precepto de "vagar borrachos en soledad", ella comprendió la resistencia de García Lorca. La pena es que ya no estaba mi abuelo, al que sin duda le hubiera encantado saber el motivo de la resistencia del poeta a sus intentos por ayudarlo.
En Tristana (y en Viridiana) también hay varios homenajes a estas andanzas en el campanario de la Catedral y en Santo Domingo el Real.
'Campanas
'Campanas
Convento d e Santo Domingo el Real (Toledo). Fotograma de Viridiana (Buñuel)
'Plaza

Rafael Alberti narra así su ceremonia de iniciación en la Orden:
A pesar del rigor para ser admitido, yo lo fui ese año. Fundada hacía algún tiempo por aquel grupo de amigos residentes, el principal deber de sus cofrades consistía en vagar, sobre todo de noche, por la maravillosa y mágica ciudad del Tajo (...) Cumpliendo cláusulas severas del reglamento de la orden, los hermanos dejaban la posada cuando ya del reloj de la catedral había caído la una, hora en que todo Toledo parece estrecharse, complicarse aún más en su fantasmagórico y mudo laberinto. Aquella noche de mi iniciación en los secretos de la orden salimos a la calle, llevando todos los hermanos, menos yo, ocultas bajo la chaqueta, las sábanas de dormir, sacadas con sigilo de las camas de nuestros cuartos. Luis Buñuel actuaría de cofrade mayor. El acto poético y misterioso preparado para la madrugada, iba a consistir en hacer revivir toda una teoría de fantasmas por el atrio y la plaza de Santo Domingo el Real. Después de un tejer y destejer de pasos entre las grietas profundas del dormido Toledo, vinimos a parar al sitio del convento en el instante en que sus defendidas ventanas se encendían, llenándose de velados cantos y oraciones monjiles. Mientras se sucedían los monótonos rezos, los cofrades de la hermandad, que me habían dejado solo en uno de los extremos de la plaza, amparados entre las columnas del atrio, se cubrieron de arriba abajo con las sábanas, apareciendo, lentos y distanciados por diversos lugares, blancos y reales fantasmas de otro tiempo, en la callada irrealidad de la penumbra toledana. La sugestión y el miedo que comencé a sentir iban subiendo, cuando de pronto las ensabanadas visiones se agitaron y, gritándome: "¡Por aquí, por aquí!", se hundieron en los angostos callejones, dejándome -una de las peores pruebas a que se veían sometidos los novatos de la hermandad- abandonado, solo, perdido en aquella asustante devanadera de Toledo, sin saber dónde estaba y sin la posibilidad consoladora de que alguien me indicase el camino de la posada, pues además de no encontrar a esas alturas de la noche un solo transeúnte, en Toledo, si no le informan a uno a cada treinta metros, puede considerarse, y aun durante el día, extraviado definitivamente. Así que me eché a caminar por la primera callejuela -muy contento, por otra parte, de mi falta de brújula-, decidido a dejarme perder hasta el alba. Andar por Toledo, y en la oscuridad de una noche sin luna como aquélla, es adelgazarse, afinarse hasta quedar convertido en un perfil, una lámina humana, dispuesta a herirse todavía, a cortarse contra los quicios de tan extraña resquebrajadura, es volverse de aire, silbo de agua para aquellos enjutos pasillos, engañosas cañerías, de súbito chapadas, sin salida posible, es siempre andar sobre lo andado, irse volviendo pasos sin sentido, resonancia, eco final de una perdida sombra.
Perdida y mareada sobra era yo, cuando de pronto, en uno de esos imprevistos ensanches -brusquedad de una grieta que supone una plaza, codazo de una calleja que hunde un trecho de espacio para el murallón de un convento, una iglesia, un edificio señorial-, se levantó ante mí un desmelenado y romántico muro de yedra, entre la que clareaba algo que me hizo forzar la mirada para comprenderlo. Era una losa blanca, una lápida escrita, interrumpida aquí y allá por el cabello oscuro de la enredadera. El temblequeo de un farolillo colgado a una hornacina me ayudó a descifrar: "AQUÍ NACIÓ GARCILASO DE LA VEGA..." La inscripción continuaba en letra pequeña, dificil de leer, aumentando otra vez de tamaño al llegar a los números que indicaban el año de nacimiento y el de la muerte del poeta: 1503-1536. Y me pareció entonces como si Garcilaso, un Garcilaso de hojas frescas y oscuras, se desprendiese de aquella enredadera y echase caminar conmigo por el silencio nocturno de Toledo en espera del alba.


En 1947 José Moreno Villa describió en este precioso artículo publicado en México qué fue para él la Orden de Toledo:
Artículo sobre la Orden de Toledo escrito por José Moreno Villa el 12 de octubre de 1947 en el diario El Nacional de México. (página 1)
Artículo sobre la Orden de Toledo escrito por José Moreno Villa el 12 de octubre de 1947 en el diario El Nacional de México. (página 2)

Sirva esta entrada de homenaje a este grupo heterodoxo de genios, unidos por una amistad que quedaba por encima de ideologías políticas y corrientes artísticas y a los que les unía dos cosas: su enorme talento y su amor por Toledo.

domingo, 21 de septiembre de 2008

El Puente de Alcántara

Este puente de nombre redundante (Al-Qantara en árabe significa "el puente") es uno de los emblemas de Toledo. Su origen se remonta a época romana, si bien su primera noticia en crónicas históricas data del año 788. En él confluían los caminos provenientes del este y el sur, y era paso obligado para acceder a la ciudad sin mojarse (la cercana Puerta del Vado era un acceso menor y requería vadear el río). Almanzor mandó reforzarlo y reconstruírlo, encargando las obras a Alef, hijo alcaide de Toledo, concluyendo la obra en 997 según reza una inscripción de 1259 que a su vez traduce una inscripción arábiga anterior y que dice:

En el año de M. é CC. é LVIII años de la Encarnación de nuestro Señor Jesu-Christo, fue el grande diluvio de las aguas, é comenzó antes del mes de Agosto, é duró hasta el Jueves XXVI días andados de Diciembre, é fueron las llenas de las aguas muy grandes por todas las mas de las tierras, é ficieron muy grandes daños en muchos lugares, é señaladamente en España, que derribaron las mas de las puentes que y eran. Entre todas las otras fue derribada una gran partida de esta puente de Toledo que hove fecho Alef, fijo de Mahomat Alameri, Alcaid de Toledo, por mandato de Almansor Aboaumir Mahomat, fijo de Abibamir Albagib de Amir Almoraenin Hirem. E fue acabada en Era de los Moros, que andabe ese tiempo en CCC. é LXXXXI años. E fizola adobar, é renovar el rey D. Alonso fijo del noble rey D. Fernando, é de la reyna Doña Beatriz, que regnaba á esa sazon en Castilla, é en Toledo, é en Leon, é en Galicia, é en Sevilla, é en Cordova, é en Murcia, é en Jaen, é en Baeza, é en Badajoz, é en Algarbe. E fue acabada el Octavo año que él regnó en el año de la Encarnación de M. CC. LVIII, años; é ese año andaba la Era de Cesar en M. CC. É LXXXXVI. Años, é la de Alejandro en M. é D. é LXX años, é la de Moros en DC. É LVII. Años.

De esta reforma de época de Almanzor se conserva el espolón este, con mampostería en la que se pueden ver elementos visigóticos reaprovechados. Tras varias reformas más, es Alfonso X el Sabio quien manda edificar la torre mudéjar de la parte más cercana a la ciudad, que unos siglos más tarde fue reformada por los Reyes Católicos en 1484. En 1721 el torreón oriental del puente fue sustituido por la puerta barroca que hoy podemos ver. En la otra orilla, en este lado oeste, se situaba asimismo la Plaza de Armas del puente, que constaba de tres puertas, una hacia el norte conocida como Puerta de Alcántara que fue demolida en 1864 al reformar y pavimentar la calle Gerardo Lobo, otra hacia el sur (denominada Puerta de San Ildefonso) que fue derribada en 1870, y otra hacia el oeste (la actual Puerta de Alcántara) que fue redescubierta en 1911. En las fotografías más antiguas del Puente se puede ver esta Plaza de Armas con las puertas descritas.
Puente de Alcántara (Toledo) antes de 1864
Puerta de San Ildefonso (demolida en 1870) aún en pie en la Plaza de Armas del Puente de Alcántara de Toledo hacia 1860.
Puerta de San Ildefonso. Fotografía estereoscópica de Toledo
Puente de Alcántara y Alcázar antes de 1864
Puerta de San Ildefonso de la Plaza de Armas del Puente de Alcántara antes de ser demolida. Foto Jean Laurent. Biblioteca Nacional de Brasil
Puente de Alcántara (Toledo) antes de 1864. Foto Jean Laurent
Puente de Alcántara y Restos del Artificio de Juanelo
Puente de Alcántara (Toledo) a finales del siglo XIX

En pocos años, esa Plaza de Armas vio cómo se perdían dos de sus puertas, pero también fue recuperada la Puerta de Alcántara en 1911 al ser demolidas unas viviendas que se habían construido en la zona.
Restos de la Puerta de Alcántara de Toledo aparecidos en 1911 al derribar unas casas

Dos años más tarde, el presidente francés Raymond Poincaré visitó Toledo siendo recibido en ese punto, que fue engalanado pese a no haber sido aún reconstruida la puerta.
Visita a Toledo del presidente francés Poincaré en 1913
Visita a Toledo del presidente francés Poincaré en 1913

Algunas fotos de la época o incluso anteriores muestran el puente visto desde la Plaza de Armas, o algunos paños de mampostería de la muralla en ese lugar.
Puente de Alcántara (Toledo) a finales del siglo XIX
Plaza de Armas del Puente de Alcántara (Toledo) a finales del siglo XIX

Volviendo al puente, decir que debido a su belleza ha sido uno de los lugares más fotografiados. Os pongo una extensa muestra de imágenes que van desde mediados del siglo XIX hasta los años 70.
Puente de Alcántara y Restos del Artificio de Juanelo en 1858. Foto de Charles Clifford. The Hispanic Society of America.
Puente de Alcántara y Castillo de San Servando hacia 1890. Casa de los Tiros, Granada.
Puente de Alcántara (Toledo) a finales del siglo XIX
Puente de Alcántara (Toledo) a finales del siglo XIX
Puente de Alcántara. Foto Casiano Alguacil
Puente de Alcántara y Castillo de San Servando. Foto Casiano Alguacil
Puente de Alcántara hacia 1890. Fotografía estereoscópica de Benjamin West Kilburn. Museum of New Zealand Te Papa Tongarewa, Te Papa, Wellington, New Zealand
Puente de Alcántara (Toledo) hacia 1910
Puente de Alcántara (Toledo) a principios del siglo XX
Puente de Alcántara (Toledo) a principios del siglo XX
Puente de Alcántara (Toledo) a principios del siglo XX
Puente de Alcántara (Toledo)
Puente de Alcántara (Toledo)
Puente de Alcántara (Toledo) a principios del siglo XX
Puente de Alcántara (Toledo)
Puente de Alcántara (Toledo)
Puente de Alcántara (Toledo)
Puente de Alcántara (Toledo)
Puente de Alcántara (Toledo)
Puente de Alcántara, años 50. Fotografía de Eduardo Butragueño Bueno
Puente de Alcántara (Toledo) en los años 60
Puente de Alcántara (Toledo) en los años 60
Puente de Alcántara (Toledo)
Puente de Alcántara (Toledo) en febrero de 1963. Fotografía de Eduardo Butragueño Bueno
Puente de Alcántara en 1973

En este grupo os pongo fotos tomadas a ras de puente:
Puente de Alcántara  en el siglo XIX. Foto Casiano Alguacil
Puente de Alcántara (Toledo) a finales del siglo XIX
Puente de Alcántara en 1912, Toledo.
Puente de Alcántara (Toledo) a finales del siglo XIX
Puente de Alcántara (Toledo)
Puente de Alcántara (Toledo)
Puente de Alcántara (Toledo)
Puente de Alcántara en los años 20 (Toledo)

Y por último, aquí os dejo una selección de fotos aéreas del puente:
Foto aérea del Puente de Alcántara (Toledo) a mediados del siglo XX
Foto aérea del Puente de Alcántara (Toledo) a mediados del siglo XX
Foto aérea del Puente de Alcántara (Toledo) a mediados del siglo XX
Foto aérea del Puente de Alcántara (Toledo) a mediados del siglo XX
Foto aérea del Puente de Alcántara (Toledo) a mediados del siglo XX
Foto aérea del Puente de Alcántara (Toledo) a mediados del siglo XX
Foto aérea del Puente de Alcántara (Toledo) a mediados del siglo XX
Foto aérea del Puente de Alcántara (Toledo) a mediados del siglo XX
Foto aérea del Puente de Alcántara (Toledo)

El Puente de Alcántara en Google Maps:

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